Con estas peripecias, después de cinco horas de vuelo, de las cuales pasé el 80% dormida obviamente, llegué. Se abrieron las puertas y vi a mis papás y seguía ida. Fuimos a almorzar y seguía ida; y, para no hacer el cuento más largo, sigo ida. Salgo a la calle y siento que deben pasar cosas las cuales no pasan, hoy en la madrugada abrí los ojos y me sorprendí al no ver la ventana del cuarto que ya estaba acostumbrada a ver cada que me despertaba.
No sé ni siquiera qué escribir, pero siento que tengo que hacerlo. De cualquier manera estoy intentando hacer las cosas que hago normalmente para ver si así empieza a girar la piedra dentro de mi cabeza, ni siquiera me nace hablar.
Tal vez necesite socializar un poco más, mientras tanto, heme aquí de vuelta a mi bella ciudad.
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