8.24.2008

A una semana...

Pues hasta ahora la rutina de entre semana va así:
Me levanto a las 6 de la mañana, los primeros dos días era Marina quien se levantaba primero, pero nos conviene más al revés. Me arreglo, tiendo mi cama, bajo a hacerme mi lunz y salimos justo a tiempo para agarrar el autobus de las 7:52 o algo así. Llegando al metro agarro el periódico, el Métro, que es lo mismo que el Publimetro, y me lo voy leyendo en el camino hasta que llego a la escuela porque luego llegamos antes de que empiecen las clases. Saliendo de la escuela vamos con un amigo que tenía en México, pero se vino a vivir acá y que nos ha funcionado bastante bien como guía turística. Ya de ahí nos echamos a caminar a donde sea durante toda la tarde. Hemos estado llegando a la casa por ahí de las 12 de la noche, porque deben de saber que conforme avanza el día cada vez hay menos camiones así que casi siempre nos toca el de las 11:22 y de ahí son como otros 20 minutos a la casa.
Es horrible que nuestra casa esté tan lejos porque nos echamos mínimo una hora a todos lados, aunque ya más bien nos echamos nuestras buenas siestas en el metro que es donde más nos tardamos. Lo que también odio es que los camiones tengan horarios porque para estarle atinando está cañón, nada como las filas interminables de micros en México, hasta de dónde escoger jaja.
Admiro mucho lo organizada que es esta ciudad, de repente se pasan de ordenaditos, pero está bien. Ya les había contado que odiaba como nadie te sostiene la puerta cuando sale adelante de ti, pero mi amigo me estaba contando que es como pura consecuencia del feminismo, de hecho aquí sí te dan cuentas separadas y en todos lados te preguntan si quieres que te cobren todo junto o separado, lo cual está bastante pro, también te multan si te cruzas la calle a la mitad lo cual me parece más que maravilloso porque si de algo me quejo en México es de los peatones que se avientan donde se les da la gana, y hoy me enteré de que los picos que tienen las escaleras eléctricas del metro entre ellas es para que a ningún menso se le ocurra echarse de resbaladilla y darse en la mother y luego querer demandar al gobierno.
También estoy maravillada con lo segura que es la ciudad, acá las escuinclas andan en shortsitos en el metro a la hora que se les da la gana y ni quien les diga nada! Nosotras también andamos, como he mencionado, a altas horas de la noche en el metro o caminando y no pasa...nada!. Cuando sales del antro, a las 3 de la mañana que apagan la música (literal) sales y la calle atascada de adolescentes corrompidos por el alcohol, pero muy tranquilos y muchos policías cuidando que nada pase.
Ya tendré más oportunidad de detallar todo esto porque  estas horas ya no me gira la piedra mucho, por el momento les puedo decir que Montréal es lo de hoy.

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